(10-Mayo-2014. Redactado y leído en el funeral de Teófila, por Maite Tiraplegui Eslava, su nieta)
DESPEDIDA A MI ABUELA TEO
El pájaro nace del huevo, vive en
el nido…, hasta que un día echa a volar, extiende sus alas y se deja mecer por el viento. Comienza un baile con el tiempo, con las estaciones, con la luna y el cielo. Es libre. Pero llegado el momento, después de haber dado vida y criado
a nuevos polluelos, en el que completa su ciclo con su último gran vuelo, antes de morir para un día renacer de nuevo.
Hay muchas clases de pájaros
en este mundo, desde blancas palomas, halcones salvajes, águilas cóndor, buitres carroñeros, ruiseñores, golondrinas y jilgueros. Teófila María del Pilar Cecilia Eslava Iribarren Aranguren Mina, más conocida
como Teo, mi Teo, nuestra Teo. Era uno de esos pájaros difíciles de ver, aquellos que aman tanto su libertad que nunca se pueden enjaular, que lucen plumas de colores y disfrutan al cantar.
Mi abuela Teo fue un alma libre que no sabía vivir en soledad, que necesitaba sentir el cariño, la compañía y el abrazo cercano de los suyos. Era un pájaro exótico, un ave única
en esta tierra.
A sus 96 años seguía llena de vitalidad, de esa chispa, de esa forma tan peculiar de ver el mundo y de estar… que te conquistaba.
Una mujer fuerte, llena de coraje, con un corazón y un latido profundo. Pero también con carácter y desafiante a un tiempo, a un espacio.
Una mujer
coqueta y presumida que disfrutaba de las cosas bellas con las que adornaba su figura. Sus collares, sus pulseras, sus anillos…sus uñas pintadas. Le encantaba tomar el sol, ir al club y jugar a las cartas. Tenía una vista de lince y no
se le escapaba ningún detalle.
Le gustaba recordar su casa de Tabar, las vacas, las viñas, esa yegua de la que un día se cayó camino a Lumbier,
unos caramelos en cierto bolsillo, una cucaracha que ya no puede caminar porque le faltan las dos patitas de atrás y una memoria por los suelos.
La abuela Teo,
qué más puedo decir de ella, más que envidio su energía, su alegría, su pasión por vivir. Le encantaba bailar, era la reina de las pistas de baile, y también viajar. Sabía sacarle el azúcar a la
vida y endulzarla, sabía sacarte una sonrisa, hacerte cómplice con un guiño y que no te olvidaras jamás de “la rubia de Tabar” que aparentaba diez años menos de su edad.
Pero estamos aquí para dar gracias, ¡gracias a todos por venir!, ¡Gracias, abuela, por haber elegido ser mi abuela!, ¡gracias por habernos traído a este mundo!, ¡Gracias
por haber sido madre, esposa y abuela!, ¡Gracias por tantas cosas, por tantos recuerdos inolvidables, por enseñarme a rezar, porque todas las noches antes de dormir hablabas y pedías a Dios por todos nosotros!.
Estoy realmente feliz y orgullosa de ser tu nieta, de llevar tu sangre y salero. Le agradezco mucho a Dios que me haya permitido volver de Perú a tiempo para compartir tus últimos días en
la tierra contigo y con los nuestros, nuestra familia los Tiraplegui-Eslava. ¡Gracias por esperarme y haberme dejado acompañarte en este último gran baile del que has salido victoriosa!.
¡Gracias por mi madre, mis tías y mi tío, gracias por unos primos, unos nietos tuyos tan buenos, honrados, listos y trabajadores, que llevan tu alegría, tu talento y tu don para el baile!. De los
que estoy muy orgullosa y tú también. ¡Gracias abuela por contagiarnos tu alegría por la vida y hacer de algo cotidiano un recuerdo imborrable!.
Estoy
feliz porque sé que estás bien, esas fueron tus últimas palabras y porque sé que tu alma está en el cielo junto a tu esposo Esteban, a tus padres y tus hermanos, y junto a tu querido yerno Carlos, al que todos añoramos.
Sé que esta vida es sólo la antesala de algo mucho mayor, donde los sufrimientos, los disgustos, los enfados, las penas y los miedos no pueden entrar. Donde sólo hay
lugar para el amor y la felicidad.
Estoy feliz porque estás más cerca de Dios, y sé que al igual que él, nos vas a cuidar y vas a velar por
nosotros que aún caminamos ciegos en este valle terrenal. Y sé que algún día volveremos a estar juntos todos de nuevo, volveremos a volar y ya no habrá más que luz y dicha. Solo amor.
Porque la felicidad solo es real si es compartida, y tú la has compartido con nosotros y seguirás haciéndolo. Te quiero abuela, siempre vas a estar conmigo hasta el día en que muera
y me recibas de nuevo en tus brazos como cuando era niña.
Abuela Teo, te queremos. Gracias por darnos la vida, descansa en paz, nosotros seguiremos bailando este
misterioso y maravilloso baile de idas y venidas, de giros inesperados, de cambios de pareja y nuevos ritmos encontrados. Este gran baile que es la vida.
“Vuela
siempre muy alto y no permitas jamás que el miedo se apodere de tus hermosas alas”. Te espero en mis sueños...Te quiere tu nieta Maite, portavoz de los tuyos.
Adiós
abuela. Gracias.